‘La mexicaine’ por Guadalupe Loaeza (Reforma)

Para Gilbert.

Después de Bernard-Henri Lévy, el segundo amor de Arielle Dombasle (Arielle Laure Maxime Sonnery de Fromental), sin duda, es México. No hay entrevista que no le hagan a la actriz francesa en la que no hable de la Virgen de Guadalupe y del país al que llegó a los cinco meses de edad (nació en Estados Unidos), y del mismo que se despidió, con el corazón roto, a los dieciocho años. Una vez que comimos delicioso, ni tarda ni perezosa, a la hora del café prendí el micrófono de mi celular y Arielle empezó a hablarme de su trayectoria que consiste en 60 filmes y obras de teatro, comedias musicales y conciertos de ópera. Además de la grabación de ocho álbumes, muchos de ellos con música mexicana (boleros, calipsos y rumbas), especialmente uno de homenaje a Sor Juana Inés de la Cruz, “la estrella del feminismo”, como dice Arielle.

“De la filmación de la película Miroslava (1993), que duró cinco semanas, guardo el mejor de los recuerdos. Desde que descubrí a Emmanuel El Chivo Lubezki me dije que se trataba de alguien muy especial. Para entonces ya había filmado varias películas en Francia, pero en ninguna me han fotografiado con tanta maestría. Me acuerdo que antes de enfocarme con su lente, tomó un foco, lo encendió e hizo una señal de la cruz frente a mi cara, para ver dónde me favorecía más la luz. Era la primera vez que me hacían algo parecido. En seguida me dije que Lubezki tenía un ojo extraordinario. Ya sabía que El Chivo era muy amigo de Alfonso Cuarón, quien había sido mi asistente en la película Las pirámides azules (1987) con Omar Sharif. Cuarón, que ha ganado dos Óscares. He allí un par de mexicanos maravillosos. Como película mexicana también filmé, muchos años después, El baile de San Juan que sucede a finales del siglo XVIII en la Nueva España. Esta se ha convertido en una película institucional, dirigida por Francisco Athié y en donde trabaja Pedro Armendáriz”.

Mientras Arielle habla, la observo: miro sus ojos azules color aguamarina, su pelo rubio sujetado en una cola de caballo, su infinita delgadez y su lenguaje corporal perfectamente estudiado desde hace años. De pronto me platica de su abuela que adoraba y cuyo marido fue el primer embajador de Francia en México después de la Segunda Guerra Mundial, y miro cómo se le ilumina el rostro. “Mi abuela fue la primera en dar a conocer a Tamayo aquí en Francia. Ella le organizó, aquí, su primera exposición. De hecho, cuando hubo una retrospectiva de pintura mexicana yo fui la madrina. Mi padre fue un gran coleccionista de arte precolombino. De niña estaba influenciada en el catolicismo por mi nana y al mismo tiempo estaba rodeada de dioses olmecas, aztecas y zapotecas. No es casual que aquí me conozcan como: La mexicaine, desde que comencé en 1980 con las películas de Eric Rohmer, director de cine de “la nouvelle vague” de cintas como Paulina en la playa. Con él filmé cinco películas, él fue el que me hizo comprender lo que es el cine”.

En la entrevista no podía faltar que Arielle, nombrada Caballero de la Legión de Honor, mencionara a su primer amor, es decir, al filósofo francés Bernard-Henri Lévy, autor, entre muchos libros, de una espléndida biografía de Jean-Paul Sartre: “Desde 1993, estoy casada con un gran escritor. La vida de un artista con un intelectual tan reconocido es extraordinaria. Gracias a él, leo muchísimo, viajo por todo el mundo y veo a mucha gente del mundo de la creación”. Hay que decir que la historia de amor de BHL y Arielle es muy conocida en Francia. A sus múltiples seguidores les encanta verlos juntos en el Café de Flore o caminando por Saint-Germain-des-Prés. Con los años se ha convertido en una pareja icónica muy polémica: él, por sus posturas políticas, y ella, por ser tan osada y haber actuado en el cabaret “Crazy Horse”, con el nombre de Dolores Sugar Rose, además de salir en la portada de Paris Match, en donde apareció medio desnuda en el 2007. Hay que decir que con ese número la revista subió 20% sus ventas imprimiendo un millón y medio de ejemplares.

Por último Arielle me contó acerca de su más reciente película, un thriller titulado Alien Crystal Palace, y un documental que ella misma dirigió, Opium, como un homenaje al poeta francés Jean Cocteau. “Mi próximo proyecto tiene que ser una película en México. He allí mi más grande ilusión”, me dijo con una voz muy enternecida “la mexicaine” más “mexicaine” de las francesas, Arielle Dombasle.